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El piloto estaba ansioso por saber cómo actuaría el oficial frente a una emergencia. ¿Sería capaz de mantener la serenidad que se requiere para tomar las decisiones correctas?
El vuelo 353 de Atacama Airlines está próximo a despegar. El Comandante y su Primer oficial han hecho los chequeos correspondientes y se sienten tranquilos frente al viaje que los espera. Es primera vez que viajarán juntos, lo que los mantiene un poco ansiosos, no respecto al conocimiento técnico de ambos, si no a las expectativas que tiene cada uno respecto del otro.
El primer oficial, Carlo Bozzi, se pregunta si al comandante le gustará hablar mientras vuelan o si preferirá concentrarse. Por su lado, el piloto Marco Antonio Ortega está ansioso por saber cómo actúa el oficial frente a una emergencia. ¿Será capaz de mantener la serenidad que se requiere para tomar las decisiones correctas?
Hace pocos días, el piloto había recibido la noticia de un cambio en su primer oficial, luego de cinco años de continuos viajes. Le gustaría sentirse 100% confiado en su compañero de viaje, pero eso no será posible hasta que tengan unas cuántas horas de vuelo juntos. ¿Qué hacer? ¿Cómo disminuir las dudas? Ya no queda mucho tiempo para pensar, por lo que habrá que afrontar la incertidumbre tal cual venga.
Por su parte, Carlo Bozzi había completado un año de vuelo con su comandante anterior y la verdad es que tampoco le gustaba el cambio, pues ya había aprendido a afiatarse con él. El comandante anterior era experto y tenía la humildad necesaria para no hacerlo notar, por lo que Carlo se relacionaba con él desde esa perspectiva.
Un despegue interrumpido
Finalmente, el despegue se produce sin ninguna dificultad y el saludo del primer oficial a los pasajeros transcurre en un tono amable y seguro. Cuando el avión alcanza altura y velocidad de crucero, el comandante pone el piloto automático y se relaja. En ese momento aparece en la cabina un íntimo amigo de Marco Antonio con su hijo adolescente.
Los amigos ya se habían puesto de acuerdo para que Marco les enseñara el avión durante el vuelo. Ya en la cabina, el muchacho de 20 años insiste en preguntarle al comandante si se puede sentar en su asiento con el piloto automático. Marco evalúa la posibilidad, ya que piensa que no hay ningún riesgo dado su experiencia y la seguridad del vuelo.
Sin embargo, Carlo considera que es una locura y se siente interpelado a intervenir, pero su criterio le recomienda pensar cuidadosamente cómo hacerlo. El muchacho se sienta en el asiento del piloto y éste se entusiasma mostrando y explicando la maravillosa tecnología del Airbus 330.
Carlo está tenso y considera inaceptable lo que está sucediendo ¿Qué hacer? ¿Cómo intervenir sin dañar la relación y sin dejar en evidencia a su jefe? Hecha mano de toda su valentía y le dice al comandante: “Señor, ¿no le parece que es un tanto arriesgado que usted no esté piloteando directamente el avión?”. Marco levanta una ceja en señal de desaprobación. “¿Quién se cree este subalterno que viene a decirle a él lo que hay que hacer?”, pensó.
“Señor, recuerde que si se desconectara por accidente el piloto automático no hay alarma que lo informe. La verdad es que esta situación me tiene tenso y me parece de alto riesgo”, insiste el oficial.
“¡Tranquilo muchacho¡”, le responde el comandante en forma socarrona, riéndose con su amigo y su hijo de los temores de Carlo.
Sin embargo, el joven definitivamente no estaba de acuerdo con la situación, por lo que solicita respetuosamente que se ponga fin a aquella “visita”. “Señor entiendo su expertis y también que quiera compartir una experiencia interesante con su amigo y su hijo, sin embargo, le insisto del riesgo que veo en esta maniobra”, le dice.
A esta altura Carlo ya ha adoptado una postura y una voz distinta, firme, segura y con convicción. Esto llama la atención del comandante, que por un segundo decide evaluar lo que Carlo le está planteando. En ese momento considera que está llevando la situación a niveles intolerables para el primer oficial y se conecta con los principios de su profesión, donde las normas son sagradas.
¿Qué fue lo que lo hizo tomar en serio a Carlo? ¿Su persistencia, su responsabilidad, su coraje, su claridad, su lenguaje, su actitud, su postura y su respeto para dirigirse a él? Marco Antonio no lo tiene claro, sin embargo, hay algo en ese muchacho que logra llamar su atención y escucharlo sin sentirse agredido.
Tras ello, le pide con amabilidad a ambos visitantes que se retiren de la cabina y procede a continuar el vuelo. Horas más tarde le sigue dando vuelta a la situación, pudiendo ver con claridad cómo había sobrepasado los límites y que en ese momento tuvo a alguien que fue capaz de hacérselo ver desde la tranquilidad, desde el respeto y sin juicios infundados.
“Será interesante comenzar a trabajar con este joven oficial, tal vez todavía queda algo por aprender”, reflexionaba durante la noche el experimentado Comandante, recostado en la habitación de su hotel.
Ahora que viste el caso puedes profundizar en la teoría leyendo la clase de este caso.
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